¡Vaya mentiras contaba Matsu! ¿Os acordáis de cómo nos reíamos todas de sus historias? Si alguien decía que se había enfrentado a un tiburón de cinco metros, Matsu había luchado por su vida con uno de veinte. Como echo de menos sus aventuras al calor del kamado aquí, en la amagoya… Ahora sólo quedamos cuatro… Qué pena… ¿Alguna de vosotras sabe algo de ella? Hace como dos semanas que no la veo. He oído rumores pero…vosotras… ¿sabéis algo? Toyo, no te levantes…quédate con nosotras junto al fuego. Tengo la sensación de que tú sabes más de lo que parece ¿me equivoco? Ya veo…te resulta difícil contarlo… No te preocupes yo hablaré por ti. ¡Y quita el pescado de las llamas que vas a quemar nuestra cena!
El día que desapareció Matsu me levanté muy temprano. Quería aprovechar las horas antes del amanecer para capturar erizos y cohombros de mar cerca de la orilla. Después pensaba unirme a vosotras en la barca para ir mar adentro y bucear en busca de orejas de mar.
Me encontraba entre dos rocas intentando desincrustar con mi kaginomi un erizo que había visto debajo de los peñascos, cuando de repente oí un ruido. Levanté la vista y pude ver a lo lejos a Toyo, que empujaba la barca dentro del mar. Al fijarme con más atención, comprobé que Matsu estaba sentada o recostada en el bote… no lo recuerdo bien. El caso es que me extrañó que alguien utilizara la embarcación a aquellas horas sin contar con el resto de nosotras. Así que me agazapé tras los pedruscos y seguí la barca con la mirada.
El mar estaba plano y el reflejo de la luna me ayudó a ver con claridad cómo Toyo empujaba a Matsu para que cayera al mar… ¡Cómo pudiste Toyo! ¡Te vi hincar el hikizao en el agua varias veces y, aunque Matsu se resistió al principio, al final se dio por vencida y no regresó a la superficie!... No había encontrado las fuerzas para contarlo hasta ahora… ¿Qué sucede Miyo?
— ¡Sucede que no te creo!… Yo sí que sé lo que le pasó a Matsu… Me desperté de madrugada ese mismo día, después de que tú te fueras a recoger erizos de mar… supongo… porque no te vi en la amagoya… Y al resto…bueno… tampoco os vi. No me dio que pensar la verdad, así que salí a decorar mi tenugi para que me diera suerte antes de que fuéramos a bucear. Y sí, llevas razón, el resplandor de la luna era tan intenso que pude ver a Matsu orando en el pequeño santuario al final de la bahía cerca del camino que sube hacia el pueblo. Y también…También pude ver una figura oscura cubierta con una capa negra asestándole un golpe seco en la cabeza y arrastrándola hacia el camino. Tuve miedo de que alguien me viera, así que me metí de nuevo en la choza y decidí no contar nada.
Vaya…nos hemos quedado sin palabras… ¿Y tú Kuma? estás muy callada. Te has pasado todo el tiempo en silencio, quieta en el tatami, como una estatua con las piernas cruzadas mirando al suelo. Tengo la sensación de que tienes miedo de algo… y me pregunto de qué… imagino que sabes que no he terminado… ¿Es eso?
¡Yo sí que tenía miedo! tenía miedo de que todos los cohombros y las orejas de mar que recogía desaparecieran de mi isooke ¡a tres monme la pieza! ¿Sabéis de lo que os hablo?... Me figuro la cara de pasmo que se os quedó cuando no volvisteis a encontrar el cubo en el lugar dónde solía dejarlo… Perdonad pero es que me da la risa…
Veréis, durante unos días noté que había menos moluscos en el isooke de los que creía haber capturado. Al principio no le di importancia pero día tras día comprobé que el número de piezas que faltaban era cada vez mayor. Para descubrir lo que sucedía, dejé el cubo en un lugar visible en la amagoya y me escondí fuera. Al poco tiempo, vi a Kuma y a Toyo entrar en la cabaña y me acerqué a uno de los laterales para observar lo que ocurría a través de las ranuras entre los troncos.
— Toyo, son demasiados… se va a dar cuenta no…
— Eso era lo acordado. Yo ya he cumplido mi parte encargándome de…bueno eso. Ahora te toca ti.
— Lo sé… lo único que digo es que si nos llevamos muchos moluscos, va a sospechar…
— Mira, tienes suerte de que no denuncie a Miyo por serle infiel a su marido contigo. ¡Me tendrías que es estar agradecida! Hasta vengo contigo a robar las piezas con las que me vas a pagar. ¡Dónde se ha visto eso!
— Me arrepiento de todo Toyo… No nos creía capaz de hacer lo que hicimos…
— ¿En serio te arrepientes? Tú sabes lo que les pasa a las adúlteras, bueno… no quiero ni pensar lo que te podría pasar a ti… Matsu era muy inocente y no tenía maldad pero en su inocencia se tomaba a broma contar lo que sabía de vosotras. Lo hubiera contado… imagina lo que…
— ¡Calla, calla! no…
— ¿Ves? Salimos todas ganando. Venga cinco cohombros y tres orejas de mar… mejor ir poco a poco… Tres días más y la cuenta quedará saldada.
— Sólo una cosa Toyo… Miyo no sabe nada de esto y prefiero que sea así.
¡Imaginaros como me rompí por dentro al oíros! ¡Matsu era mi hermana! Es cierto que no era la mejor ama…y que tampoco era la más inteligente de las cinco. Pero nada ¡nada! Justifica lo que le hicisteis. Yo supe esperar…y esa espera ha merecido la pena, porque ahora sé quiénes son las culpables y puedo vengarla. ¿De qué te ríes Toyo? ¿Qué puede hacerte tanta gracia?... ¿qué tienes ahí? Esos moluscos los he capturado yo; son míos.
— Tú no le vas a decir nada a nadie si no quieres que cuente por ahí que vendes todo esto antes de pagar los impuestos que debemos en el pueblo… Me sorprende que no te hayan pillado todavía los agentes del shogun… Eres una buena ama y traes mucho dinero. Las cuatro nos necesitamos para sobrevivir...
… Parece que nuestros secretos nos tienen atrapadas… condenadas a estar unidas de por vida…quien nos lo iba a decir... Os resiento a las tres y no puedo prometer que en un futuro no sea yo la que desaparezca… Mañana me gustaría ir al pequeño templo al final de la cala para orar por Matsu y… la semana que viene…Quiero que vayamos al Santuario de Ise para librar a mi hermana de los malos espíritus…Como la echo de menos… No era una buena ama…No lo era…Ese pescado tiene que estar frío… Hay cinco piezas…Creo que yo merezco dos después de…gracias.
Comentarios
Publicar un comentario